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Destacado

Desconocida

  Siempre me había sentido orgulloso de mi trabajo. Desde que estaba en la universidad, me apasionaba por conocer lugares nuevos y gente experimentada en el campo del turismo. Ahora, ya habían pasado unos cuantos años, desde entonces, y mi profesión seguía llenándome de felicidad en cada recorrido que planificaba como guía turístico.   Aquel día no fue diferente. Un pequeño y variado grupo venía por el recorrido del cementerio histórico, el cual era bastante solicitado. Me presenté ante el grupo, mientras inesperadamente vi al cielo mirando una bandada de pájaros volar. Una abuela, quien formaba parte del grupo tomó mi brazo para traerme de vuelta al presente. Sonreí.   Comenzamos la caminata por el campo santo, apreciando la belleza surrealista con la que estaban decoradas algunas tumbas. La abuela volvió a llamar mi atención, hablándome en un idioma que no comprendía, mientras señalaba un punto en un mapa que trazaba la ruta intransitable...

Oscuridad

 Las uñas largas me produjeron escalofríos, mientras me hacía consciente de mis manos, adoloridas y sudorosas, atadas con una cuerda que me lastimaba también los pies descalzos. 

El único destello de luz, en medio de aquella oscuridad, eran esos ojos brillantes y verdes, fríos igual que el lugar. 

Se asomaron los dientes blancos entre dos labios rojos, exhalando un aliento a gasolina que sólo se avivó con el fuego de un fósforo. 

Recuerdo las llamas quemar mis ojos,

y dejarme en esta ceguera perpetua. 

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